jueves, 27 de diciembre de 2012

Semana fantástica prenavideña:


Una semana intensa de ejercicio esta semana prenavideña. Después de unos dias de parón a causa de un catarro inesperado volvía con energías renovadas y conseguía completar 7 días seguidos haciendo ejercicio (creo que hasta ahora es mi record personal) con, aproximadamente, unos 100km de carrera y 60km de bici. Ha sido uno de esos picos de forma que siempre aparecen cuando uno menos se lo espera y también cuando menos rendimiento deportivo se puede obtener (competitivamente hablando). El martes comencé la semana con salidas muy tranquilas por Salamanca peleando con los mocos del catarro y con la desidia de una semana entera de descanso en la que mi mayor actividad fué dar un paseo y poco a poco fuí incrementando la cantidad y la calidad del entrenamiento a lo largo de la semana alternando la carrera con la bici hasta encadenar una semana completa sin descansar, tentando a la suerte, pero siempre con ganas de más.


El viernes por la tarde, al llegar a Jerte y ver la niebla cubriendo el Reboldo, no pude resistirme a salir a correr por la Reserva después de haber pasado dos semanas lejos del pueblo. En principio barajaba la posibilidad de tomarme el dia de descanso pero al final me dejé llevar. Decidí que solo iba a trotar un ratillo para disfrutar de la niebla entre los robles y castaños del Reboldo pero terminé corriendo casi dos horas acercándome hasta el Puente de Carrascal y volviendo con las últimas luces del día, manteniendo un ritmo bastante alto para lo que estoy acostumbrado. Uno de esos días en los que uno se siente fuerte y da pena terminar el entrenamiento.


El sábado el plan fué una ruta de MTB con los compañeros del Club Deportivo Jerte. La verdad es que me habría venido bien descansar pensando en la salida del día siguiente pero hacía mucho que no salía con la bici y decidí salir a disfrutarlo y tomármelo con calma. Al final la salida fué más dura de lo que esperaba aunque las piernas respondieron bien y la buena compañía y el buen tiempo hicieron el resto. Al final casi tres horas de bici subiendo y bajando y otro día más sin descansar.

Pero la actividad estrella de esta larga semana consistía en una salida con el señor Luis hasta alcanzar el puerto de Piornal desde Jerte atravesando La Panera y volviendo por el mismo camino haciéndolo de la manera más vertical posible. Procuramos hacer el recorrido campo a través evitando, en la medida de lo posible, los caminos con el objetivo de endurecer las condiciones y adaptar el terreno lo más posible a lo que nos encontraremos este verano en Asturias. Hay que admitir que llegamos bastante limitados de fuerzas ya que, inicialmente, no contábamos con tantos kilómetros ni con que el recorrido resultase tan duro.


Salimos a las 7 de la mañana de Jerte tirando de frontal para intentar estar de vuelta lo antes posible (en principio nuestra idea era tardar unas 5 horas y volver para las cañas). Salimos bastante tranquilos pues sabíamos que la cosa iba para largo y que no iba a ser precisamente un paseo por la montaña. Hacía fresco y las hojas del Reboldo aún estaban húmedas de la niebla y la humedad de toda la semana. Poco a poco ascendimos, en primer lugar por pista y luego campo a través, hasta el Collado de Las Losas. Desde ahí bajamos totalmente rectos, campo a través, hasta el Refugio del Puente Sacristán. 


Empezó a clarear el día en el cielo nocturno y nos pusimos manos a la obra con la primera subida seria de la mañana: la subida desde el Refugio hasta La Panera. Esta subida también la realizamos alternando breves tramos de camino con rectos campo a través siguiendo los hitos. Durante el ascenso la claridad se fué haciendo más evidente y a la altura de Las Lanchas ya pudimos disfrutar del color del amanecer en lo alto de la sierra. No pudimos ver como el sol bañaba Jerte ya que poco a poco nos íbamos adentrando más en el corazón de la sierra y el sol comenzó a hacer aparición al terminar la dura subida y coronar la cima en La Panera.


Después de llanear un poco por lo alto de la sierra dimos vistas al valle de La Vera y pudimos disfrutar de una de las imágenes más espectaculares de la mañana al deleitarnos con un mar de nubes que cubría todo a nuestros pies y que brillaba bajo el sol recién salido. Aprovechamos para inmortalizar estas vistas desde lo alto de un enorme hito antes de continuar nuestro camino hacia una breve pero muy técnica bajada que nos llevaría hasta la majada donde pasó el verano el padre de Luis.


La bajada era muy vertical y, a pesar de no ser muy larga, comenzó a hacer mella en mis rodillas ya que no seguíamos ningún camino y contínuamente íbamos saltando y tropezando entre los carabones y los canchales. Al llegar abajo atravesamos una pequeña garganta y tomamos una pequeña subida que nos llevaba a la majada. Continuamos por una pista forestal durante un rato saltando algunas cancelas hasta llegar a una zona más llana donde atravesamos, de nuevo campo a través, hasta el puerto de Piornal. Llevábamos 4 horas y unos 18km por lo que decidimos darnos pronto la vuelta ya que empezába a estar claro que íbamos a tardar más de lo esperado.


El camino de vuelta comenzó de manera sencilla ya que los primeros tramos no tenían gran dificultad técnica ni desnivel aunque la pista si que se nos hizo más larga de lo normal. El sol empezaba a calentar bastante y parecía más un dia de verano que un 22 de diciembre. Yo debía estar pagando la larga semana de entrenamiento pues corría como un diesel a pesar de consumir como un gasolina (perdí la cuenta de la comida que llegué a comerme a lo largo de la mañana) y la rodilla ya empezaba a molestarme bastante durante las bajadas cuando tenía que frenar así que, en parte, estaba deseando comenzar la subida. Cruzamos la majada y la garganta y comenzamos a subir por la ladera.


La subida fué bastante exigente y las fuerzas ya iban bastante mermadas. Con paso lento pero firme y tirando más de bastón que de piernas nos pusimos en marcha. Ascendíamos despacio por la ladera. El calor hacía que la subida fuera más dura aún si cabe y aprovechamos para avanzar a través de los riscos que nos encontramos por el camino para practicar las trepadas que nos encontraremos en Asturias. Por fin llegamos a la cima después de una larga subida y alternamos tramos andando con trote suave para volver a coger fuerza en  las piernas mientras nos encaminábamos de nuevo hacia La Panera.


La bajada hacia el Refugio se me hizo muy larga ya que tenía que controlar mucho la pisada para mantener a salvo la rodilla y evitar daños mayores. Además tampoco podíamos demorar mucho la llegada por lo que no podíamos perder tiempo. Después de coger agua y enriquecerla con sales y después de comer algo nos pusimos a bajar con un ritmo no muy rápido pero constante, utilizando el camino en muy pocos tramos y optando, casi siempre, por la bajada vertical hacia la garganta.


Al fin llegamos al Refugio y aprovechamos para recuperar un poco las fuerzas antes de afrontar la última subida hacia el Collado de Las Losas ascendiendo también la mata totalmente en vertical hacia la cima. Para colmo uno de los bastones se me estropeó y tuve que realizar toda la ascensión utilizando sólo uno de ellos. Hacía mucho calor y sudaba abundantemente mientras escuchaba retumbar los latidos de mi corazón en el pecho a medida que ascendía con las piernas totalmente sin fuerzas y subiendo más con la cabeza que con ellas.


Al llegar arriba nos tomamos un pequeño descanso trotando suavemente mientras apuramos la poca agua que nos quedaba antes de afrontar la bajada. Poco después de dejar atrás el Collado de Las Losas, en el claro de castaños donde ya podemos ver Jerte esperándonos decidimos separamos ya que Luis tenía poca batería en el GPS y continuó el descenso en línea recta mientras yo seguí los senderos que me llevarían hasta la Fuente de las Latas y de ahí al puente donde Luis me esperaría.


Casi a las 3 de la tarde dimos por concluida la aventura después de algo más de 7 horas, 36 duros kilómetros y casi 2500 metros positivos. Al final fué más duro de lo que esperábamos aunque pudimos darnos por satisfechos. En Asturias tendremos que enfrentarnos al doble de distancia y más del doble de desnivel positivo. Aún quedan 6 meses para eso pero esto nos puede servir de toque de atención para ponernos las pilas.

El lunes, para estirar las piernas después de la paliza y para ir calmando la conciencia ante las comilonas de Nochebuena y Navidad aproveché para hacer una salida disfrutona con la bici junto a mi primo Pepino centrándonos más en bajar por los senderos del Reboldo que en las subidas que teníamos que realizar para llegar a estos. Semana completita y muy enriquecedora. Descanso merecido el día de Navidad y ahora a comenzar una nueva semana que hay que quemar los excesos de estos días antes de que lleguen los siguientes de Nochevieja. 

Felices fiestas a tod@s!!

martes, 11 de diciembre de 2012

Acueducto deportivo en diciembre:


El pasado miércoles llegó por fin el largo y frío puente de diciembre. Un puente amenazado por las lluvias que, por enésima vez, no fueron a más. Eso sí, a medida que pasaban los días las nieblas y la humedad de los primeros días fueron dando paso a las bajas temperaturas.

El miércoles por la tarde aprovechamos para hacer un entreno sencillito y tranquilo con el fin de ver qué tal respondían las piernas en las subidas después de la carrera de Casas del Monte el domingo anterior. La subida la hicimos sin descanso hasta casi los canchales de Peñacaldera y, para mi sorpresa, pude hacerla entera corriendo con un buen tiempo y aún me sobraban fuerzas. Aprovechamos una pequeña pista de saca para empezar a bajar hasta que, poco a poco, se fué convirtiendo en un estrecho camino que, finalmente, desapareció en medio de la mata. Continuamos campo a través hasta que descubrimos un sendero muy atractivo y divertido cuando ya comenzaba a apagarse la luz de la tarde. Al bajar por la pista que nos llevaría hasta Las Rejollás escuchamos un sonido sordo a nuestras espaldas, como un latigazo contra el suelo. Resultó ser el pie del Pérez. Torcedura de tobillo y descanso obligatorio para él. Así que marcamos un ritmo tranquilo hasta llegar al pueblo y a descansar por la noche para el entreno del dia siguiente.



El jueves amaneció un poco nublado y bastante frio aunque no parecía que la lluvia fuese a llegar, al menos por la mañana. A las 10 nos pusimos en marcha desde la plaza de Jerte para enseñar el nuevo recorrido de la carrera a Miguel y Manu (Jose y Fery ya la habían hecho con nosotros en otra ocasión). El buen estado de forma que había demostrado el día anterior parecía mermado esta mañana y el ritmo inicial fué demasiado fuerte por lo que pronto tuvimos que bajar un poco la velocidad para poder ir más cómodos. 


El nuevo tramo no dejó indiferentes a Miguel y Manu que nunca habían estado por allí. La tecnicidad y la dureza de la subida al Puente Carrascal acompañado de sus espléndidas vistas, el sonido de la garganta y los colores de la vegetación y las rocas en un dia tan gris nos hacían olvidar el cansancio que, poco a poco, íbamos acumulando en las piernas.


Al llegar al Puente Carrascal nos tomamos un pequeño descanso para disfrutar del sonido del agua de la garganta que caía a nuestras espaldas y de la espectacularidad de nuestro entorno. Pero pronto nos pusimos en camino hacia el Puente Nuevo bajando rápidamente por la calzada de la Ruta de Carlos V mientras caían sobre nosotros unas débiles gotas de lluvia que no fueron a más. Recorrimos la subida del Puente Nuevo hasta la majada de Alfonso que da acceso al sendero de La Venta y comenzamos la tercera parte de la carrera descendiendo por el manto de hojas de castaño que adornaba el Reboldo.


Ya en la subida por la trocha del Reboldo que nos lleva de nuevo hasta la Ruta de Carlos V tuvimos que rendirnos de nuevo y andar por la empinada ladera del claro para llegar a la cima. Una vez arriba descargamos las piernas durante la larga bajada por la pista llena de hojas y charcos hacia el temido sube y baja que nos aguardaba al final del recorrido y que terminó mermando nuestras fuerzas antes de la bajada final por el camino de los Tres Cerros hasta Jerte. Tardamos casi tres horas en hacer el recorrido a ritmo tranquilo y conseguimos esquivar la amenazante lluvia. La tarde la dediqué a descansar pues al día siguiente los planes eran grabar el recorrido alternativo de la edición de este año.


Llegó el viernes por la mañana. Las piernas no estaban muy por la labor de salir por tercer día consecutivo y, además, el recorrido que tenían por delante, a pesar de ser el alternativo, también era durillo. Después de vencer a la pereza me puse en marcha Reboldo arriba. El ritmo de subida ya lo notaba bastante más lento que los dias anteriores mientras las piernas comenzaban a entrar en calor. Las hojas mojadas del suelo y los charcos ablandaban el suelo a mis pies. Los Pilones, esta vez en solitario, brillaban con las rocas húmedas bajo el gris de las nubes y el silencioso camino, con sus musgos verdes, me hacía olvidar el cansancio acumulado alegrándome la vista. Es  un placer poder correr por sitios como este.


Al llegar a la altura del Refugio ví que Alfonso estaba abajo con las cabras y descendí el técnico camino de la Casa de la Luz resbalando más de una vez con las piedras mojadas hasta llegar al Puente Sacristán. Descansé un poquillo mientras charlaba con él y, al ver que la batería del GPS comenzaba a palpitar y a la batería le quedaba poco tiempo de vida, me puse rápidamente en marcha por la larguísima subida por pista que me llevaría hasta la parte más alta del recorrido.


La primera parte de la subida me la tomé con calma y la hice corriendo, aunque a un ritmo bastante lento. Al llegar a la pista de los Tres Cerros las piernas ya no me daban para mucho y tuve que ascender toda la pista de la pala hasta el sendero de La Venta alternando cortos tramos de carrera con largas caminatas tirando de ellas. Me dí un merecido descanso a lo largo del sendero disfrutando del rápido llano hasta la majada de Alfonso y la subida hasta el Collado de Las Losas. 


La bajada por el Reboldo la dediqué a descansar las piernas con vista a las tres últimas subidas del recorrido pues ya sabía que iban a resultarme bastante duras. La mayor parte de la primera subida por la trocha del Reboldo hasta la Ruta de Carlos V la hice completamente andando y notando los gemelos bastante cargados así que me tomé un pequeño respiro al llegar arriba antes de comenzar la larga bajada por pista.


El descenso me lo tomé con calma pues era consciente de que las fuerzas ya estaban bastante limitadas y la rodilla empezaría a molestarme con tantas frenadas. Aproveché los charcos que me iba encontrando por el camino para darme pequeñas alegrías llenándome de barro hasta las cejas y chapoteando al atravesarlos hasta llegar a la penúltima subida por el Reboldo que se me hizo eterna. Aproveché para comer algo y recuperar fuerzas.


El siguiente tramo, por la pista de las abejas, hasta la última subida lo hice un poco más suelto después de recargar las pilas y me animé pensando en que sólo me quedaba una pequeña subida antes de disfrutar la divertida y rápida bajada por el camino de los Tres Cerros. Al llegar por fin al pueblo me dí un merecido descanso tomando algo en el bar antes de agradecer la tarde de relax.



El sábado tocaba día de descanso (activo). A las 9 de la mañana salí de la Plaza de Jerte con algunos amigos de los Senderistas de Jerte y los compañeros del Grupo de Montaña y Senderismo de Tornavacas para visitar la Cueva de Las Parreras (Cueva de La Venta). La mañana se presentaba con un gran cielo azul en lo alto y un maravilloso mar de nubes ascendiendo por el valle, cubriendo los pueblos que iba encontrando a su paso. 


Poco a poco ascendimos charlando por los caminos del Reboldo hacia La Venta donde, por fin, llegamos a la cueva. Para la mayoría sería nuestra primera experiencia con la espeleología y, al menos a mí, me daba bastante respeto. Pero la ilusión ganó la batalla al miedo y antes de darnos cuenta estábamos con los cascos y los frontales preparados para meternos bajo tierra y descubrir la belleza de las profundidades de la cueva. Realizamos el descenso en dos grupos debido al poco espacio del que disponían las salas.


Las sensaciones al atravesar estrechos pasillos arrastrándonos entre las rocas y contemplar de repente la belleza de las salas que se habían formado por los corrimientos de rocas pronto hizo disiparse los pocos temores que quedaban y hacían que la curiosidad y las ganas de aventura afloraran en nuestras cabezas. Después de pasar por tres galerías y tres salas llegamos a la cámara donde terminaría nuestra aventura pues, para poder continuar, deberíamos hacer un rapel de unos cuantos metros y no íbamos del todo preparados para ello.


Antes de ascender y de dar por finalizada la aventura bajamos todos a la primera sala, la más ámplia, para hacer una foto de grupo y despedirnos de la cueva. Al volver a bajar de nuevo hacia Jerte la niebla ya había ascendido por el valle y el mar de nubes ya cubría incluso Tornavacas. Bajamos hasta el pueblo con la emoción de la nueva experiencia aún en la cabeza. De nuevo otra tarde tranquila para descansar.

El domingo amaneció con una tremenda helada que cubría los coches y la vegetación. El sol comenzaba a asomar en lo alto de la sierra y despertaba la gélida mañana. Mi idea era hacer una salida larga hasta el Collado de Las Yeguas o algo parecido para despedir el puente a lo grande y, de paso, llegar a unos 80km durante el puente. Las piernas aún no se habían recuperado por completo de los días anteriores así que salí sin tener muy claro el itinerario que seguiría. Decidí que subiría hacia Las Pedrizas para ascender por la ruta de Carlos V y aprovechar esa subida más tendida a modo de calentamiento para las piernas pues el frío hacía que pareciesen dormidas.
  

Poco después, al llegar a Las Rejollás, me encontré con los coches de los cazadores y sus remolques para los perros aparcados en las pistas de acceso al Reboldo por lo que decidí cambiar los planes iniciales para evitar alguna desagradable sorpresa con la ralea durante el ascenso. Decidí seguir hasta Tornavacas por el cordel y quizá subir algún tramo de la pista hacia Los Pinos.


Las piernas parecían tardar en calentarse a medida que me acercaba a Tornavacas y me notaba muy lento. Decidí disfrutar de la mañana sin pensar en ritmos ni tiempos y me di el gustazo de recorrer el técnico camino de la Ruta Carlos V en lugar de ascender la cuesta de Santa María. El frío mañanero se notaba al hacer todo el recorrido por la umbría pero al menos el camino era atractivo y gratificante. 


Al llegar a Tornavacas, y ya que estaba por la labor de disfrutar de la mañana, decidí subir hacia Llanamolinos para recorrer el camino que hicimos durante la Ruta de Las Flores en marzo. A pesar de que los cerezos, evidentemente, no tenían flores, el encanto del estrecho sendero al calorcito del sol en esta fría mañana le puso la guinda al entrenamiento. 


Al cruzar el puente, ascendí por un estrecho camino de piedras entre fincas que me llevó a una empinada pista de cemento. Decidí ascenderla para ver si se comunicaba con la pista de Los Pinos pero, a poco menos de un par de kilómetros, desembocaba en una finca y decidí darme la vuelta y desandar el camino. 


A estas alturas llevaba unos 10 kilómetros por lo que volver a Jerte por el mismo camino me daría un total de 20km de entreno y unos 70km acumulados a lo largo del puente (más los 10 andados el sábado para ir a la cueva). Decidí que no estaba nada mal y me dí por satisfecho poniéndome en camino para la vuelta. Después de todo el objetivo para el domingo era, claramente, el de disfrutar.


Llegué a Jerte antes de lo esperado ya que al final había recorrido menos kilómetros de lo esperado y, además, el trazado tenía menos desnivel por lo que aproveché para darme una duchita y salir a tomar algo antes de comer. Se acabó el puente y toca volver a la “civilización”. Han sido unos días bastante productivos, deportivamente hablando, y de desconexión que siempre se agradecen para cargar las pilas para afrontar la semana y la crudeza del mundo real. Dentro de poco llegarán las navidades y habrá que volver a gastar zapatilla. Es el único remedio para olvidarse de la crisis (aunque sólo sea por un ratito).

viernes, 7 de diciembre de 2012

III Subida a los Campanarios:


Un frío fin de semana el pasado de primeros de diciembre. El domingo, con la nieve en lo alto de la sierra, nos desplazamos hasta Casas del Monte, en el Valle del Ambroz para disfrutar de la última carrera de la Copa de Extremadura de Carreras por Montaña 2012: la III Subida a los Campanarios. Esta vez íbamos convencidos de que nos traeríamos al menos un premio que merecería la pena ya que en la ceremonia de clausura nuestro compañero y amigo Susi se llevaría para casa el segundo puesto en la categoría senior de la Copa de Extremadura quedando por detrás del campeón Pedro José Hernández.


Hacía mucho frío cuando llegamos al pueblo para recoger los dorsales y apenas tuvimos tiempo para calentar entre unas cosas y otras (cada dia le damos más a la lengua). Si que tengo tiempo de hacer una pequeña subida calle arriba para probar las piernas y, al bajar, la rodilla me da el primer susto de la mañana. Me temo lo peor. 


Nos juntamos todos en la plaza del pueblo para intercambiar comentarios y calmar los nervios antes de pasar el control de dorsales que nos dejaba preparados en la línea de salida. Casi sin darnos cuenta comienza la carrera y estamos lanzándonos calle abajo hacia el primer tramo de pista llano que servirá para ir preparando los músculos de cara a la larga subida.


Javi y Susi, como siempre, a otro nivel, luchando con los grandes de la cabeza quedaron lejos de mi campo de visión en los primeros metros. Al comenzar la subida, tenía controlado a Jose unos metros por delante de mí. Por detrás Pérez, Jesús y Fery me guardaban la espalda. Durante el primer tramo de subida por pista forestal y cortos tramos de camino mantengo un ritmo bastante cómodo que me permite ascender sin problemas mientras las piernas se calientan poco a poco. El frio las mantiene entumecidas durante los primeros kilómetros y no quiero forzar y quedarme a medio gas. Mantengo a Jose en mi campo de visión para calcular un ritmo adecuado. Durante este tramo apenas puedo adelantar un par de posiciones, parece que he elegido bien mi lugar. En las continuas “eses” del camino veo como Jesús y Pérez se mantienen a distancia visual. Fery no debe andar muy lejos.


Ya en el primer avituallamiento, al final de la primera subida, evito parar y continúo con ritmo tranquilo durante la pequeña bajada que aprovecho para recuperar un poco las piernas. Aún hace bastante fresco y tengo la nariz cargada de mocos que me impiden respirar a gusto. En el arroyo aprovecho para adelantar un par de posiciones gracias a los indecisos que evitan mojarse los pies con el agua helada. De nuevo comienza la subida, esta vez la pista deja paso al campo a través y aprovecho para acercarme más a Jose adelantando alguna otra posición antes de llegar a la zona más técnica de la subida donde ya aparecen los carteles de “zona peligrosa” debido al hielo que se forma al paso de los arroyos.

En esta zona, más tendida, me suelto y subo un poco el ritmo, es el momento de disfrutar un poco y jugar con el terreno. Aprovecho para avanzar rápidamente entre los tramos de rocas atravesando los arroyos que nos encontramos. Justo al final de la zona de rocas me cruzo con el primer accidentado con un feo golpe en la cara al tropezar e irse de cabeza contra las rocas. Ya le están atendiendo así que continúo mi camino. El recorrido se vuelve más empinado y nos encontramos con el tramo más desnivelado de la prueba. Por primera vez tengo que alternar la carrera con los pasos alargados haciendo fuerza contra mis cuádriceps. Bastante he aguantado. Me voy acercando a Jose cuando salimos de la mata y llegamos al verde de la pradera en la cima. Tenemos el avituallamiento central y el final de la subida justo delante.


Después de un pequeño trago de agua comienza la bajada. Miro atrás y veo como Jesús también alcanza el avituallamiento. Con miedo a que la rodilla falle en una bajada tan larga y rápida inicio el descenso con ritmo tranquilo, controlando los pasos para no forzar. Durante la primera parte de la bajada me mantengo a una distancia cómoda del corredor que llevo delante mientras veo que Jose se adelanta con largas zancadas. Poco a poco voy cogiendo confianza en la rodilla que parece que hoy me va a dar un respiro después del susto de antes de salir y llegamos a una de las partes más bonitas de la carrera con una estrecha pista que llanea alrededor de la montaña y nos permite ver y escuchar la garganta que resuena abajo.

Decido aprovechar que he recuperado fuerzas durante la bajada para acelerar un poco ya que no sé cuanto tiempo voy a estar con las piernas a tope y todo lo que pueda adelantar lo agradeceré después. Llegamos de nuevo a una rápida pista de bajada donde se hace notar el principal problema del dia, los pies (siempre pasa algo en cada carrera... ¿serán excusas?). Las zapatillas comienzan a clavarse en los dedos y noto las uñas chocar con la puntera, además empiezo a notar un pinchazo en el dedo gordo del pie derecho, creo que además me voy a llevar una buena ampolla de recuerdo. 


Alcanzo ahora el nuevo tramo que han metido en el recorrido este año. Para evitar la monótona y larga pista de descenso recorremos un sendero que nos alegra el recorrido con un par de kilometrillos algo más técnicos. Atravesamos la ladera de la montaña hasta volver de nuevo a la pista donde tendremos un par de kilómetros más de bajada antes de llegar a una zona llana donde las piernas tendrán que acostumbrarse de nuevo a trabajar tras el largo descenso. Es aquí donde, de repente, aparece Pérez a mi lado. Ha hecho una bajada super rápida y se aleja poco a poco por delante de mí.

Ya en el llano tengo que bajar el ritmo y mi zancada empieza a volverse cada vez más corta. Las piernas achacan la larga bajada. A lo lejos sigo manteniendo a la vista al Pérez que parece que empieza a reducir también su velocidad. Poco a poco me voy acercando a él y, en el último tramo de la carrera, que transcurre por un estrecho callejón por donde baja un arroyo, lo alcanzo. Ha bajado tan rápido que ahora las piernas le duelen y apenas puede correr. Decidimos ir más despacio y también nos alcanza Jesús que venía por detrás. Hacemos los últimos metros de carrera los tres juntos hasta cruzar la línea de meta.
 

Ya en la meta nos recibe Marga, nuestra fotógrafa oficial de esta mañana, e inmortaliza nuestra gran entrada. Recogemos la bolsa de corredor que, por cierto, es bastante completa y nos relajamos un poco en la plaza llena de gente mientras esperamos a que llegue el Fery. Después de contarnos las típicas batallitas y recuperar un poco las fuerzas nos vamos a cambiar. Ahora que estamos parados y nos quedamos fríos volvemos a notar la gélida temperatura de la mañana. 


Volvemos y podemos dar cuenta del rico bocadillo de chorizo y, algunos, también aprovechamos para reponer fuerzas con una buena macedonia de frutas que hemos traído de casa. Se ríen pero sienta de maravilla. Comprobamos la clasificación y los tiempos y por fin llega la entrega de premios y la ceremonia de clausura de la Copa de Extremadura de Carreras por Montaña de 2012. 


A destacar el más que merecido segundo puesto de Susi en la categoría senior de la Copa. Obtiene también, junto a Javi (que también merece mención especial después de esta gran temporada) y Pedrito, otro premio debido a que la prueba también es Torneo de la Diputación de Cáceres. 


Por último me toca subir al podio a mí. No es que se hayan equivocado, es que, junto a otros dos corredores, recibimos un regalo por haber participado en todas las pruebas de la copa de este año. Me vuelvo con una buena mochila Salomon para casa. 


Así que, a pesar de que Susi tiene que conformarse con un segundo puesto, podemos decir que el día ha sido bastante completito, productivo y emocionante. Después de una foto de despedida de temporada cada cual tiene que volver para su casa.


Es momento de descansar y recuperar fuerzas. Hasta la próxima carrera tendremos que conformarnos con diversos entrenamientos en los que esperamos seguir compartiendo la ilusión y las ganas que hemos puesto a lo largo de toda esta temporada 2012. Un gran año con cada vez más grandes amigos. Volveremos, y seremos más y mejores.
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