lunes, 1 de octubre de 2012

V Maratón por Montaña "Pueblo de los Artesanos":

A decir verdad no sé muy bien cómo tratar esta entrada, si hablar sobre una derrota o sobre una victoria. El pasado domingo me enfrenté a mi gran reto de este año: el V Maratón por Montaña “Pueblo de los Artesanos” de Torrejoncillo. Las expectativas que tenía puestas en esta prueba eran bastante altas y, a decir verdad, no le tenía mucho miedo puesto que la distancia la veía asequible (después de varios entrenos de distancia semejante) y el desnivel no parecía exagerado (unos 2500m acumulados en 42 km), había visto los vídeos de presentación con las zonas más intimidantes, había repasado el perfil en varias ocasiones… 



Pero la realidad, como siempre, supera la ficción y el maratón superó todas mis expectativas e ilusiones. Aún así conseguí terminarlo. Tras mucho sufrimiento, y después de tragarme mi orgullo, llegué a la meta después de llevar andando y cojeando alrededor de 8 km, entre aplausos y gritos de ánimo de los compañeros que ya habían conseguido terminar esta odisea. Esa es la imágen que me quedo. Ha sido una gran experiencia que me ha hecho conocer un poco más mis límites y mis debilidades, haciendo que me conozca un poco mejor y dejando una espinita en el corazón que trataré de sacar en la próxima edición, en la que espero llegar más preparado y con un extra de experiencia.


La jornada comenzó muy temprano. A las 6:40 salimos de Jerte y a las 8 cogimos el autobús en Torrejoncillo que nos llevaría hasta Portezuelo, donde teníamos la salida de la prueba. Los nervios se hacían notar y sólo eran superados por las ganas de comenzar este desafío durante tanto tiempo esperado. Tras unas carreras de calentamiento tomamos la salida después de un minuto de silencio por la reciente pérdida del padre de Pedrito. La primera subida, hasta el Castillo de Portezuelo, nos da una idea de cómo va a ser la maratón: una subida totalmente vertical y en línea recta desde el pueblo hasta el castillo. Empezamos a sudar en menos de 1 km. Una vez arriba recorremos las crestas de la sierra hacia la primera bajada, también muy del estilo del maratón: una recta bajada por un cortafuegos con mucha piedra suelta. 


Después de una pequeña subida llegamos al primer avituallamiento y desde ahí llaneamos, picando un poco hacia arriba, por una pista forestal hasta pasar por el Poblado del Arquillo que le da un toque místico a la prueba, parece que estemos en un lugar y un tiempo totalmente distintos entre las casas de piedra y la hierba verde en el suelo. Seguimos subiendo un poco más y, sin darnos cuenta, se presenta ante nosotros la primera dificultad seria del circuito: la subida al pico de La Silleta (un cortafuegos vertical con un piso muy graso de piedra suelta, una longitud de algo más de un kilómetro y un fuerte desnivel). Tirando de paciencia consigo coronar la cima con las piernas bastante cargadas pero aún enteras.


En la cima tenemos otro avituallamiento y comenzamos una larga bajada por pista forestal en la que podemos soltar las piernas y descansar un poco de la subida. Llegamos a la cancela que nos deja en el camino exclusivo para el maratón. Continuamos por una pista que nos lleva a una zona de bajada bastante técnica y empedrada y, posteriormente, a una larga cuesta de cemento que nos castiga las piernas y que nos lleva a las calles de Cañaveral. De nuevo volvemos a ascender por una pista que nos llevará a la segunda subida importante de la mañana: La subida de la cantera y el cortafuegos de El Reventón. Empiezo a notar las piernas bastante pesadas pero aún les queda combustible. Jesús y Pérez me alcanzan y terminan pasándome. 

La subida de la cantera se vuelve muy dura y tengo que hacerla bastante más lenta que la de La Silleta. Al llegar arriba troto un poco para no perder el contacto visual con Jesús y Pérez pero cada vez se alejan más. Poco después, sin tiempo para recuperar, nos enfrentamos a una de las subidas más duras del día: el cortafuegos de El Reventón. Visto desde abajo parece más empinado que La Silleta y, a pesar de ser más corto, tengo que parar varias veces durante la subida para recuperar el aliento. Los kilómetros y las duras subidas y bajadas empiezan a hacer mella. Al llegar arriba recupero fuerzas y me dejo llevar en la bajada, totalmente recta por cortafuegos, hasta el avituallamiento. En esta bajada ya noto que mis piernas no tienen fuerza para frenar y empiezo a temer lo peor.


Después del avituallamiento recorremos de nuevo una pista forestal por un pinar en la que pierdo de vista a Jesús y a Pérez hasta el final de la prueba. Mis temores se confirman y noto las piernas sin fuerzas, empieza a dolerme la parte derecha de la cadera pero continúo corriendo a ritmo más lento. Aún no se han terminado las sopresas y, después de pasar por la finca de Los Canchales y descansar en el avituallamiento, nos encontramos con una última subida vertical que termina de mermar mis piernas. Llego arriba totalmente exhausto y por fin veo Torrejoncillo. Parece estar a años luz de donde me encuentro. Llevamos unos 30km y mis piernas parecen vacías. Empiezo a notar también dolor en la rodilla izquierda. Comienza el principio del fin.


A partir de aquí el resto de carrera consiste en una bajada por pista recorriendo un pinar y después llanear por las dehesas de Torrejoncillo hasta la meta. Me duelen mucho las piernas y, durante unos 4 km alterno un trote lento y doloroso con una marcha a pie lo más rápido que me permiten las piernas. Antes de terminar la pista del pinar mis piernas dicen basta y, desde el kilómetro 34 ni siquiera puedo trotar. Recorro todo el tramo de dehesa andando lo más rápido que puedo, cojeando y dándole vueltas a la cabeza. Me planteo varias veces si debería abandonar, ya que ni siquiera puedo trotar, pero el orgullo no me lo permite y paso por los avituallamientos hidratándome lo más posible y continuando mi camino hacia la meta contando los kilómetros que me faltan bajo el sol de medio dia. 

Llevo kilómetros pensando que soy el último pues no imagino a alguien que lo lleve peor que yo pero aún así, en el último tramo de la dehesa, me adelanta un corredor y, en los dos últimos kilómetros, me pasan otros dos. En el último avituallamiento me informan de que aún hay 14 personas más que no han pasado aún por ese control. Debe estar siendo muy duro si hay gente aún por detrás de mí. Llegando a Torrejoncillo intento trotar para no entrar en el pueblo andando, pues realmente me da algo de vergüenza, pero ni siquiera puedo dar tres pasos corriendo y tengo que resignarme a entrar en el pueblo andando y cojeando y así continúo por las calles hacia la plaza. Subiendo la cuesta que lleva a la meta la gente me aplaude y me da ánimos, me siento feliz a pesar del dolor. Consigo llegar a la plaza y cruzo la meta cojeando. He entrado en tiempo, faltan 15 minutos para que se cierre la meta. La prueba me ha superado por completo y compruebo que, efectivamente, la había subestimado. 


He sufrido mucho durante los últimos 12km y, aunque parezca mentira, me duele más el orgullo herido que las piernas. Es duro tener que rendirse y cambiar las espectativas de un buen tiempo por las de ser "simplemente" finisher. He aprendido a respetar este tipo de pruebas y he conseguido terminarlo a pesar de todo. Supongo que también puedo usar mi orgullo como excusa para volver al año que viene con un poco más de experiencia y preparación para sacarme la espinita.


Mis felicitaciones al campeón del maratón: Pedrito, con un tiempo estratosférico de 3:12, a Miguel Madruga por su segundo puesto con 3:29 y, sobre todo a los dos compañeros y amigos de Tornavacas: Susi y Javi (tercero y cuarto respectivamente con 3:35 y 3:40). Sois un ejemplo a seguir y me alegra que tanto entrenamiento y esfuerzo haya tenido esta recompensa. Es un placer teneros con nosotros. Enhorabuena!

  • Enlace al track de la ruta: TRACK
  • Enlace al álbum de fotos: FOTOS 


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